14 de noviembre de 2013

Excusa para cerrar un negocio: futbol

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A cinco minutos del final del partido, por fin llegó el momento que tanto habían esperado los 50 ciudadanos neozelandeses que asistieron a la ida de la reclasificación mundialista. No importó que su equipo ya había recibido cinco goles, que presenciaron la -casi-
la eliminación de su Selección y que contemplaron los gritos de 100,000 personas maldiciendo a sus jugadores; el gol de Chris James despertó en los oceánicos abrazos, algarabía, aplausos, pero sobre todo, sintieron el compromiso de sus futbolistas hacia ellos; porque, no importa el deporte, la adversidad o el resultado, siempre existirá un kiwi alentado las hazañas de sus deportistas en cualquier parte del mundo.

“Somos muy apasionados de los deportes y hemos venido no por que nos guste el fútbol, sino porque en cualquier sitio que esté un equipo del país, tenemos el sentimiento de apoyar”, comentó a El Economista Adrienne Wineera, asesora política y de Asuntos Consulares de la Embajada de Nueva Zelanda en México.

En general, no existe un interés genuino por el futbol de parte de los neozelandeses que radican en México; ayer, al menos 80% de los aficionados que ocuparon la zona de tribuna visitante eran mexicano, australianos y canadienses.

De la tribuna visitante, salían gritos que certifican que no se puede simular la pasión. Niños, hombres y mujeres mexicanos acompañaban la voz monumental del estadio a la hora de cantar el “Cielito lindo”. Mientras, los kiwis festejaban cada vez que su portero contenía un disparo de los delanteros mexicanos. “Sabemos que son mejores que nosotros, pero para nosotros estar aquí ya es un logro”, expresó un neozelandés con cerveza en mano.

UN PARTIDO SIGNIFICATIVO
“Es el evento más importante en los últimos años para la comunidad neozelandesa en México”, explicó Clarke Kelly, embajadora de la isla en nuestro país, en una ceremonia previa al partido para agradecer la presencia de los invitados, “es la oportunidad de crear y fortalecer lazos comerciales entre ambos países; de no ser por el partido, no se hubieran acercado a conocernos”, agregó la diplomática.

Entre la población neozelandesa en territorio mexicano existen estudiantes, voluntarios de causas sociales y empresarios. El partido sirvió para que directores neozelandeses de compañías agropecuarias convivieran y emprendieran nuevos proyectos con sus pares mexicanos, de ahí la importancia de la reunión.

Por eso, en la grada, los mexicanos explicaban algunas circunstancias del partido a los seguidores de los all whites como los fuera de lugar, las faltas y los gritos de los mexicanos cada vez que el portero rival despejaba el balón. Sin importar el resultado, los kiwis festejaron a sus futbolistas al final del partido, “para nosotros es un logro haber llegado hasta aquí”, dijo un seguidor de Nueva Zelanda, mientras afinaba un nuevo negocio con un empresario mexicano.

Vía El economista