9 de julio de 2012

Ivan Alonso y el Adios al Futbol


“Me lo han pedido mi mujer y mi mamá, de rodillas”. No hay una mejor y más concluyente explicación para tomar una decisión dolorosa, que la petición expresa y sentida de las dos personas que todo hombre más ama en la vida. Por mucho que al otro lado esté todo lo que dio sentido a la misma, todo lo que completó el trabajo de décadas, todo lo que generó sentimientos, felicidad, experiencias y amistades en muchos casos eternas. El fútbol, su sol y sombra, le ofreció una vida llena de satisfacción personal y retos conseguidos. Un viaje a la élite, a la máxima competitividad y a la fama por el simple hecho de disfrutar y desarrollar bien tu trabajo. Le abrió puertas inimaginables (llegando a la Liga), le preparó en los mejores escenarios (logrando ser finalista de la extinta UEDA), lo encumbró a la etiqueta de mito en algunos círculos concretos (Alavés de Vitoria) y hasta le situó como icono referencial de un campeonato cuando nadie recordaba ya sus gestas (siendo máximo goleador del campeonato mexicano hace unos meses en Toluca). 

Pero el fútbol, su reconfortante elixir diario y la cálida defensa de quienes lo adoran, debe esperar sin demora ni duda posible cuando el corazón avisa. Y este, combativo, enérgico y bregador constante,  al menos, decidió primero avisar antes de actuar. "Tengo decidido no continuar más en el futbol. Es una decisión personal y, más aún, familiar”, decía con voz valiente aunque cara desorientada, el uruguayo Iván Alonso, actual delantero estrella del Toluca mexicano, ex jugador de la Liga española en clubes como Alavés, Espanyol o Murcia y otrora, adolescente criado en River Plate charrúa. Era su rápida, directa e inamovible postura, una respuesta hacia ese corazón herido que le hizo desvanecerse hace unos días mientras hacía el trabajo de pretemporada en las playas de Acapulco.

Con determinación y sin aspavientos, Iván anunciaba la decisión de dejar a un lado el fútbol para centrarse en su salud por encima de todas las cosas. Y en su memoria, un recuerdo sobre una situación similar cuando jugaba en España y la dolorosa mirada atrás que le hace temer consecuencias irremediables si no consigue separarse de la pelota. "A mí se me murió un compañero en mis brazos, Dani Jarque, por problemas cardiacos. Y teniendo eso en cuenta, habiéndolo vivido y sabiendo cómo puede poner en peligro esto cualquier cosa que intente hacer desde ahora, está claro. El futbol ya no me importa. Hasta hace poco era mi vida y le he dado todo. Pero ahora, uno se da cuenta de lo que importa”, destacó con las ideas claras y la mirada perdida en lágrimas, que recibían mensajes desoladores de sus piernas.

Esas que le permitieron debutar en la Primera División Uruguay cuando aún era un niño, las que le sirvieron para ganarse unas maletas destino al mejor Alavés de su historia, las que le hicieron hueco en el Espanyol de nuevo siglo o las que lo convirtieron en uno de los goleadores históricos del Murcia. Las mismas que incluso ahora, con 33 años y el corazón reblandecido, le habían permitido ser el máximo goleador del torneo mexicano en el Apertura 2011 y Clausura 2012. Ahora, esas piernas deberán contentarse con poder tocar la pelota en calma y reposo, sobre el nivel del mar, pues tras practicarle un cateterismo, los médicos han asegurado que debe vivir en un lugar mucho más estable y playero (en Toluca jugaba a más de 2.600 metros).

Un retiro sincero, exigido por un contexto triste y de temibles consecuencias para quienes lo rodean. Pero, a su vez, un adiós acertado, valerosamente afrontado y con la suficiente fuerza como para que, en unos años, Iván Alonso caiga en la cuenta de que su mejor gol no estuvo en Mendizorroza, La Condomina, Montjuic o el Nemesio Díez, sino en el que acaba de marcar sentado y alzando el brazo por su vida. Un gol único. Un gol, a corazón abierto.